-Los sueños me impedían descansar. Me cansaba leer o conversar, así que empecé a pasear por los alrededores de la casa. Podía pasarme horas andando por el campo. Un día, cerca ya del siguiente pueblo, me encontré con una puerta cerca de un cementerio. Una puerta en medio del campo. Cuando pregunté por ella me dijeron que no era una puerta, sino un túnel. Y no estaba solo, sino que era parte de una red de túneles usados para almacenar armas durante la guerra. Los cerraron definitivamente en los años cincuenta, tras una explosión con muertos. Aún debían ser propiedad del ejército, pero llevaban décadas abandonados. Me gustaba esa puerta al lado del cementerio. Solía terminar allí mis paseos por el campo. Un día me di cuenta de que desde la otra parte del cementerio se veía otra puerta a lo lejos, en las colinas. Subí a verla. Al llegar me sorprendió encontrarme colchones, butacas y hierros retorcidos por el suelo. Y es que al ser relativamente accesible desde la carretera, los vecinos la habían transformado en un vertedero ilegal. Me enfadé, me pareció una profanación. Una palabra rara en mi vocabulario, profanación. Una palabra Pedraza. Y es que inconscientemente seguía pensando en mi monstruo de Filadelfia, en Medusa y los suicidios. Mis preocupaciones se filtraban en mis sueños porque me negaba a hablar. Pero allí, delante de tanta inmundicia, sentí que todo empezaba a encajar. Qué pasaría si esa montaña de deshechos me estuviera esperando. Qué pasaría si alguien la hubiera ido recolectando pacientemente, durante años, para colocarla delante de esa puerta. Para detenerme un buen rato frente a ella. Invitándome a entrar.




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Será de piedra by Ángela Sánchez de Vera is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported License.