No lo esperaba, pero en ese momento Lorna levantó la vista y me miró directamente a la cara. No puedo describir la naturaleza metálica de su mirada. Sentí un calambre en el estómago. En ese momento nos inclinamos a la vez, yo por el dolor, y ella para tenderme un pequeño cuadro de color óxido, con una sonrisa. Quien nos viera pensaría que nos estábamos despidiendo con una ligera reverencia. Agarré el cuadro y salí corriendo de la casa, tan decorosamente como pude. Vomité durante toda la noche. Y no lo colgué en el salón, sino en un pasillo. 




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Será de piedra by Ángela Sánchez de Vera is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported License.